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LA RUTA DE LA INACCESIBILIDAD PARTE I

  • Foto del escritor: Disticia
    Disticia
  • 1 sept 2020
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 2 sept 2020

LA ACCESIBILIDAD EN LAS UNIVERSIDADES E INSTITUTOS DE EDUCACIÓN SUPERIOR DE ROSARIO

Foto de título universitario pixelada con un texto que dice: no access
Foto de titulo universitario pixelada con un texto que dice: no access

Este informe corresponde a una serie de notas colaborativas que conforman un el informe denominado "La ruta de la inaccesibilidad"


LA NOTICIA


Durante la primera quincena de agosto se inauguraron las obras realizadas en la Facultad de Humanidades y Artes y las Facultades del Área de Salud, Bioquímica, Ciencias Médicas y Odontología. Las mismas fueron beneficiarias de una importante inversión anunciada el pasado 5 de julio por el presidente Alberto Fernández en el marco del Programa Nacional de Infraestructura Universitaria implementado por la Secretaria de políticas Universitarias del Ministerio de Educación con financiamiento internacional del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).


La noticia sorprendió gratamente a la comunidad educativa, por el contexto en el que se da y da cuenta de una política de Estado que descansa en la educación pública. Pero también pone al descubierto cuáles son las prioridades de las instituciones de estudios superiores sobre lo que se entiende por “mejoras” en términos arquitectónicos.



El dialogo entre los comentarios es el siguiente: persona A: Ojalá incluyan una rampa en la entrada principal, porque si es patrimonio de toda la ciudad, es también patrimonio de las personas con discapacidad. Persona B: la rampa se encuentra en la entrada lateral ya que las dimensiones de la vereda y la escalinata del edificio histórico impiden el desarrollo de una rampa en esa puerta. Saludos Persona A:e podrían hacer modificaciones en las escalinatas al interior de la entrada para que haya una rampa apropiada, porque entrar por "la otra puerta", que siempre está cerrada, puede ser bastante excluyente para algunas personas con movilidad reducida. Persona B: si, es cierto, habría que dejar abierta la puerta de la rampa, gracias! Persona C:  si no me equivoco la entrada a la Facultad pero por calle Corrientes no tiene escalones y hay rampas adentro. Persona A: no, no tiene escalones y sí, es relativamente más accesible, pero si me bajo del colectivo por calle Entre Ríos y tengo movilidad reducida, o tengo que pedirle a alguien que vaya a pedir que abran la entrada adaptada por Entre Ríos, o tengo que ir hasta la entrada de Corrientes porque sí es accesible y sí está siempre abierta y si tengo que cursar en el edificio de Entre Ríos, termino llegando tarde. Persona D: Una vez hubo allí una rampa. Luego la quitaron y lamentablemente como decís la otra puerta con rampa está más cerrada que abierta. Pedir permiso para entrar no debería ser la norma, no es inclusivo ni más accesible. Persona A: no sabía que había habido una rampa y el hecho de que la hayan sacado me parece bastante agresivo y un indicio de falta de predisposición y de accesibilidad, aun tratándose de una facultad pública. (Las personas que comentan fueron denominadas por letras para resguardar su identidad)
Comentarios hechos por personas de la comunidad educativa sobre las reformas referidas a una de las universidades en obras de Rosario

La educación es un derecho de todes.


Si hablamos de derechos, hablamos de igualdad, es decir, los mismos derechos para todes por igual. ¿Pero qué pasa con las personas con discapacidad que desean estudiar en la universidad? ¿Qué pasa con aquellas que ya lo están haciendo? ¿Qué concepto de accesibilidad e inclusión manejan quienes piensan la ciudad, los edificios públicos y la educación en términos edilicios? ¿Qué compromiso con la inclusión y les estudiantes (todes) tienen les encargades de abrir los espacios de educación superior, como las universidades, a la hora de realizar mejoras en los edificios? ¿Las universidades e institutos de educación superior son accesibles?


En Disticia sospechamos las respuestas, pero decidimos que hablen les estudiantes y los números, así que lanzamos una encuesta sobre la percepción de la accesibilidad en los institutos de educación superior y las universidades de Rosario. Entendiendo por accesibilidad lo que establece la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad a la que Argentina adhiere desde el año 2008:


Accesibilidad es la posibilidad de que las personas con discapacidad puedan vivir de forma independiente y participen plenamente en todos los aspectos de la vida en igualdad de condiciones con las demás. El término se refiere tanto al entorno físico, como el transporte, la información y las comunicaciones, incluidos los sistemas y las tecnologías de la información y las comunicaciones, como otros servicios e instalaciones de ámbitos públicos o privados.


LA ENCUESTA


Por Lautaro Zeballos de El Mundo Al Revés

A partir de los datos recabados en una encuesta anónima que consiguió respuestas de integrantes de las comunidades de distintas y diversas instituciones educativas de la ciudad de Rosario, Disticia puso a disposición una herramienta necesaria.


La información expuesta es un eco de la experiencia de decenas de personas que transitaron y/o transitan edificios diferentes, de gestión pública o privada. La importancia del revelamiento se centra en la posibilidad de contar con una medición cuantitativa y cualitativa del escenario actual que permita preguntarse si la educación es un derecho al que pueden acceder plenamente las personas con discapacidad o si está cooptado por un sesgo capacitista. Las respuestas son el siguiente escalón.

Según las respuestas a la encuesta el 92% de las personas que participaron son estudiantes presenciales de alguna institución universitaria y/o terciaria de la ciudad de Rosario, es decir, transitan –sin pandemia mediante- los edificios que pusieron en análisis al momento de contestar.

La mayoría (27%) pertenece a la comunidad educativa de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, pero también participaron estudiantes de ISET 18, la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura y la Facultad de Ciencias Políticas, UTN, la Escuela Provincial de Cine y TV de Rosario; Escuela provincial de Teatro y Títeres; Facultad de Ciencias Bioquímicas; Facultad de Ciencias Económicas y Estadísticas y –con menores porcentajes- del Instituto Politécnico; Instituto Immanuel Kant; la Universidad Católica Argentina; Instituto Superior del Profesorado Nº 16 y la Facultad de Derecho.

HACER SE HACE ¿PERO QUÉ Y CÓMO?


Les encuestades dejaron constancia de que, durante su paso por las instituciones, se destinaron recursos a refaccionar los espacios educativos. El 75% contestó que vio realizarse obras, pero cabe preguntarse de qué tipo. Claro está que no toda modificación impacta de igual manera.


En este punto, algo más del 79% respondió que esas obras estuvieron destinadas a remodelar espacios afectados por la antigüedad. Asimismo, el 32% contestó que las modificaciones edilicias tuvieron como objetivo la ampliación del espacio, mientras que el 22,5% puso como respuesta que las obras apuntaron a “hacer más accesible la institución”. Una aclaración que no es menor: en esta pregunta se podía tildar más de una respuesta, ya que los trabajos de remodelación pueden agrupar varios fines.

Relacionado al hecho de que solo 1,5% de las respuestas corresponden a personas con discapacidad, es comprensible que más del 62% del total de encuestades haya respondido que las refacciones mejoraron su modo de habitar y transitar la institución.

Un punto clave es que la amplia mayoría (76%) contestó que la institución educativa no es accesible en términos edilicios. Es decir, no cuenta con uno (o más de uno) de los siguientes ítems: espacios amplios y libres de obstáculos para transitar; ascensor en pleno funcionamiento; rampas y/o elevador de silla ruedas; buena señalización de los espacios e inclusión del sistema Braille; aulas acondicionadas para recibir a personas con cualquier tipo de discapacidad; baños accesibles y demás.

Al momento de enumerar qué sectores del edificio son considerados los “menos accesibles” para las personas con discapacidad las aulas acumularon el mayor número de votos, rozando los 54%. “Acariciando lo áspero”, diría Divididos. Si une abandona este texto un instante para poner en Google “el aula” va a descubrir que el buscador le ofrece como primeros resultados “el aula como espacio de transformación” y propuestas similares. Más de la mitad de les encuestades colocó a ese lugar transformador como un sitio al que pueden acceder algunos. (Insertar meme de Los Simpsons: “Hay transformaciones y transformaciones).

Las siguientes opciones más votadas fueron “Fotocopiadora”, “Baños” y “Bar”, respectivamente. Todas con más de 40% -de nuevo se podía seleccionar más de un ítem-. Dos de los espacios nombrados, al ser poco accesibles, marcan una dependencia de un tercero que –por ejemplo- saque las fotocopias para su compañere. Una accesibilidad que no sea plena en el otro sitio enumerado, los baños, posee un grado de exclusión similar al de las aulas.

Frente a estos datos, que hayan sido seleccionados como los lugares “más accesibles” la entrada (73%), el hall (52%) y los pasillos (42%), solo posicionan el tránsito por las instituciones como un trayecto reducido a la circulación por los espacios comunes. Es decir, una carcasa que colorea un “entrá, pero no te vas a poder quedar”.

Ante esta situación, casi la totalidad de las personas encuestadas (92,5%) comunicó en la consulta virtual de Disticia que hacen falta reformas arquitectónicas para lograr mayor accesibilidad. Aun así, los resultados del último ítem de la encuesta evidencian un marco de permisividad desde el que se admiten las limitaciones edilicias y se las transita como “tolerables”.

Dependiendo de lo contestado anteriormente, se preguntó cómo calificarían el nivel de accesibilidad de la institución, considerando "accesible" el hecho de que cualquier persona pueda transitar autonomamente por ella. Entre las opciones “Bueno” y “Regular”, en dos mitades casi idénticas, acumularon el 69% de las respuestas. “Malo” recibió 22,5% de las elecciones y “Muy malo” solo el 3%. Un porcentaje ínfimo que rechaza una coyuntura en la que –elles mismes lo afirmaron- lo público no es para todes y la accesibilidad posa como un eslogan vacío que no se traduce a la cotidianidad de la gestión estatal e institucional.

El dato gana gravedad y despierta mayor alarma cuando se pone el foco en cuántas de las instituciones evaluadas por los participantes de la encuesta son de gestión pública: el 95%. “Angustiante es que el Estado no te cuide”, se afirmó en una conferencia de prensa presidencial hace unos meses. Dicho y hecho.


Sugerimos pensar en esta imagen antes de cerrar la ventana y dar por tierra la elocuencia de los números, pensando en que no hace falta hacer accesibles los espacios porque no hay personas con discapacidad que los habiten.


En el centro el dibujo de una persona en silla de ruedas, alrededor en sentido a las agujas del reloj hay frases conectadas con flechas. La primera dice: inaccesibilidad, flecha, una frase que dice: las personas con discapacidad se ven impedidas de participar, flecha hacia abajo, otra frase que dice: las personas con discapacidad no son vistas en público, flecha hacia la izquierda, otra frase: personas con discapacidad son vistas como atípicas y raras, una flecha hacia arriba, otra frase: no es muy necesario, no hay necesidad de considerable, una flecha hacia arriba y hacia la derecha que conecta nuevamente con la primer palabra "inaccesibilidad"
Imagen tomada de la cuenta de Instagram: "pacingpixie"


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