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EDUCACIÓN INCLUSIVA, PANDEMIA Y UN BALANCE DE ESTA PRIMERA MITAD DEL AÑO EN LA EDUCACIÓN VIRTUAL

  • Foto del escritor: Disticia
    Disticia
  • 15 jul 2020
  • 8 Min. de lectura


Llevamos más de la mitad del 2020 transitado y Argentina cumplió 118 días de aislamiento social, preventivo y obligatorio que declarara el presidente, el pasado 20 de marzo. En pleno receso invernal hablamos con docentes, alumnas, mamás y psicopedagogas para que nos cuenten cómo ha sido sostener una educación virtual e inclusiva durante esta primera mitad del año.


El principio “Al principio fue bastante duro” cuenta Elina Villafañe, mamá de Bruno (5) con TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo) e hiperactividad y agrega: “Bruno tiene un problema de atención muy fuerte y las tareas que mandaban, eran todas con videos y hacer alguna actividad en función de eso. Así que fue bastante complicado lograr que él se centre en la actividad”.


Nuestro país, sujeto a la Convención Internacional de los Derechos del Niño, garantiza el derecho a la educación de todas, todos y todes, a través de la Ley Nacional de Educación N° 26.206. Conforme a ello habilita a las personas con discapacidad, que así lo requieran, a través de los sistemas de cobertura social, una maestra de apoyo a la inclusión que acompañe la trayectoria y al mismo tiempo garantice una educación de calidad.


La maestra o el maestro integrador trabaja en articulación constante con las familias y la escuela y, adapta los contenidos a las características y necesidades del niño o la niña. Frecuentemente estos profesionales trabajan mucho desde la presencialidad porque utilizan herramientas que estimulan lo sensorial y la interacción con los objetos, generando así un aprendizaje más significativo en los niños, las niñas y les niñes.


Rocío Fernández es psicopedagoga y trabaja como maestra integradora de Bruno y otros niños y jóvenes, tanto del nivel primario como secundario. Rocío cuenta que, con la pandemia, las integraciones se dificultaron porque los pacientes con los que trabaja demandan mucho de la presencialidad. “Necesitan del uno a uno, quizá en chicos más chicos, de nivel inicial, por ejemplo, necesitan un lineamiento, decirles – bueno ahora hacemos esto o aquello –. Si bien, durante la primera fase hacíamos encuentros virtuales, se complicó porque era ponerse a pensar qué les podía llamar la atención, ya que a través de la pantalla no se puede tocar. En algunos casos, pude hacer participar a las familias incorporando papel y lápiz, por ejemplo, para que puedan dibujar” describe Rocío.


Inclusión

Si bien la Ley de Educación Nacional debe o debería garantizar el derecho a la educación de todos, todas y todes, la educación inclusiva sigue siendo una materia pendiente. Muchos y muchas docentes argumentan no estar preparados para trabajar con niños y jóvenes con discapacidad y esto ha sido también una excusa de muchas instituciones para incumplir con la ley y excluir a este colectivo de las escuelas.


La realidad es que las formaciones docentes preparan poco y nada para educar en la diversidad y que la realidad que atraviesa a las escuelas públicas de nuestro país se caracteriza por la carencia de muchas cosas, incluir más que un desafío, debe ser un contenido que transversalice las planificaciones docentes y los proyectos escolares.


Pero la virtualidad, que ha puesto en jaque la estructura del sistema educativo, pone también en conversación el tema de la inclusión. ¿De qué modo todos los actores de la enseñanza sostienen el proceso de aprendizaje en medio de una pandemia y a través de las herramientas que nos ofrece la virtualidad?


“La educación del siglo XXI será inclusiva o no será” sostiene Paula Espinosa, Lic. en Ciencias de la Educación y Prof. en Educación Especial. Paula trabaja hace más de 18 años con personas con discapacidad y como formadora, graduada en la Universidad de La Plata, se especializó en Madrid, lugar donde también obtuvo gran parte de su experiencia capacitando a profesionales de la salud como auxiliares en clínicas de acompañamiento de personas con discapacidad . “La inclusión es una forma de vida, yo no puedo vivir sin el otro y el otro no puede vivir sin mí. Pero es también, el cómo yo pienso que el otro está en mi vida y cómo yo habilito que el otro esté en mi vida” dice al referirse al término inclusión.


La educación inclusiva es según el Artículo 11, Inciso n de la Ley Nacional de Educación: “Brindar a las personas con discapacidades, temporales o permanentes, una propuesta pedagógica que les permita el máximo desarrollo de sus posibilidades, la integración y el pleno ejercicio de sus derechos”. Durante mucho tiempo los modelos que rigieron el concepto de educación inclusiva fueron paradigmas que excluyeron más que incluir. En principio, las escuelas especiales funcionaban como concentración de todos los niños, niñas y jóvenes con discapacidad que encontraban las puertas cerradas de las escuelas comunes.


En la actualidad los paradigmas cambiaron y las escuelas especiales ahora, actúan como nexos entre las escuelas comunes, los alumnos y las alumnas implicadas y la integración. La idea de inclusión apunta a abrir las instituciones educativas para que todos puedan aprender en ellas, por eso, el Estado a través de prestadores particulares o públicos, debe garantizar los recursos humanos y materiales necesarios para la asistencia de personas con discapacidad a las escuelas, habilitando para ello a acompañantes terapéuticos, docentes integradores y transportistas, entre otros profesionales.


“La educación inclusiva, es la base de una sociedad inclusiva” dice Paula Espinosa y agrega: “Para mí la educación es lo más importante de todo. La escuela, tanto desde lo virtual, como desde lo físico, es un lugar que nos habilita al conocimiento y al pensar en tanto podemos reflexionar sobre qué me pasa con el otro y con los otros y, qué me pasa conmigo mismo” y se pregunta: “¿veo al otro que está a mi lado y digo – La verdad no me importa lo que estas contando - o miro al otro que está al lado y digo – ¿Bueno a ver, vamos juntos - ?”


La construcción del aprendizaje en cuarentena

La pandemia vino a cambiar muchas cosas, entre ellas, hábitos. El distanciamiento social se hizo presente y se debe tener en cuenta que muchos sujetos de esta sociedad ya vivían voluntaria o involuntariamente en constante aislamiento, es decir, confinados. Los que leemos y escuchamos a las personas con discapacidad a diario, en las redes, en las charlas y en los encuentros, siempre percibimos lo difícil que es, para ellos, llevar una vida social activa. Por un lado, por las características de su discapacidad, condición y/o patología, pero por el otro lado y lo más importante, en este punto, por la falta de accesibilidad en la sociedad. Si hay un comentario que se hizo frecuente y lamentablemente irónico. en este contexto es que (sin eufemismos) el confinamiento no afectó, en su mayoría, a esta población.


“En realidad a mí no me afectó tanto el tema de la cuarentena porque yo vivo encerrada casi, medio que no me afectó estar todo el tiempo encerrada, pero ahora un poco salgo porque se puede, voy al super y después vuelvo a casa” cuenta Selene (11) con Asperger, cuando habla de cómo se siente en este momento tan especial de aislamiento.


Algunas personas con discapacidad, sobre todo en condiciones que afectan el aprendizaje, necesitan vivenciar el proceso de manera activa. Desde principios del siglo XX diferentes pedagogos de la corriente escolanovista plantearon que el aprendizaje se convierte en un hecho significativo cuando el niño participa activamente en su construcción. Esto es algo que Selene nos afirma en la entrevista al contar su experiencia como alumna de 6to grado: “Algo que me sirve mucho a mí, es que cuando tengo alguna prueba y tengo que estudiar, yo necesito ver un video sobre eso, porque no aprendo leyendo muchas veces, porque no se me memoriza y me sirve mucho ver un video que me diga cómo se hace y así sí me queda en la cabeza”


Elina, mamá de Bruno (5) y su maestra integradora Rocío, coinciden con Selene. A Bruno los videos que les mandaban sus maestras a principio de año no les resultaban atractivos y costaba mantenerlo centrado en una actividad, cuentan ambas y Rocío agrega: “En articulación con la escuela quedamos en que enviaríamos a Bruno actividades que tengan más que ver con lo manual, por ejemplo, dibujar o armar títeres. Algo que sea más lúdico y coordinamos para no sobrecargarlo con las actividades”. Por su parte Sele cuenta que, si le dan a elegir para hacer sólo dos cosas en la escuela, elige matemáticas y educación física y explica: “Me gusta mucho educación física porque para enseñar corres o jugamos a un juego, por ejemplo, el quemado”.


Sostener la inclusión en la distancia

El sistema de educación a distancia existe desde hace tiempo, pero ninguna formación en este aspecto, fue pensada para contextos de pandemia. ¿Es lo mismo enseñar de manera presencial en un aula que de manera virtual mediante una pantalla? ¿Cómo se sostiene una pedagogía inclusiva en un contexto de pandemia?


“Fue adaptarse. Al principio como no se sabía cuánto tiempo iba a durar esto, era ponerse a pensar cómo hacíamos. Cuando se supo que era para más, entonces empezamos a coordinar videollamadas, horarios y aplicaciones a utilizar. Pero yo no estaba preparada para nada en este aspecto” cuenta Rocío Fernández la maestra integradora de Bruno. Por su parte, Paula Espinosa como asesora en educación para personas en condición de discapacidad, hace hincapié en las herramientas que proporcionan las diferentes plataformas disponibles.


Google otorga una gran variedad de recursos para los docentes que permiten el grabado de videos y audios, subtitulados y la posibilidad de armar diapositivas como apoyatura visual, entre otros. Para Paula, lo más importante es que estas herramientas permiten la humanización de los vínculos, al respecto menciona: “La posibilidad de grabar y enviar un video, el hecho de que te pongan una cara, que no sea solamente el texto y la guía, humaniza también a la clase” y agrega: “La tecnología hoy, no es el único recurso, pero es el puente que tenemos para llegar. Lo que nos está viabilizando, de alguna forma, los aprendizajes, que luego retomaremos en la presencialidad”.


La vuelta

Desde que comenzó la cuarentena el gobierno dejó en claro a través de los mensajes, que tanto las medidas tomadas, como la información respecto del COVID 19 pueden cambiar momento a momento y depende mucho de la situación epidemiológica a la que nos enfrentemos. Pero lo que es real es que el Ministerio de Educación ya comenzó a trabajar en un protocolo sanitario para la vuelta a clases presenciales.


En este sentido las versiones y posturas son muy diversas, desde la información oficial se habla de un regreso en el mes agosto, por grupos y semiprensencial. Otras versiones dicen que este inicio, se puede postergar, pero hay posturas más duras, la de las familias, que son las que mejores conocen a sus hijos y quienes más se preocupan por la seguridad de ellos.


Elina, mamá de Bruno, sostiene que por el modo en que se dificulta para su hijo atenerse a ciertas normas y rutinas, no está segura de mandar a Bruno a la escuela hasta que su seguridad esté completamente cubierta. Rocío, agrega que también, es difícil anticipar a los niños con autismo los cambios que se vayan a dar sobre el momento. Además, agrega; que eso complicaría más la condición en la que se encuentran estos niños que vienen sosteniendo ya, una situación de estrés preocupante por el encierro y la falta de constancia en sus terapias. También manifiesta su preocupación por la manera en que se enseñará a los más pequeños a respetar las medidas preventivas de contagio.


Con respecto al regreso a la escuela Selene imagina cómo sería y dice: “Yo creo que todos con barbijos, por un tiempito, hasta que se encuentre una cura o sino, en vez de un barbijo, esas cosas que se usan que te tapan toda la cara, pero eso es más para los profesores”


Por su parte Paula dice que al volver a las clases presenciales habrá muchas ganas de abrazar porque somos seres bio- psico- sociales y como tales necesitamos del contacto. Pero asegura que aún nos falta aprender mucho de esta situación “yo creo que no habría que tener prisa en volver, mientras tanto aprender de esto que nos está pasando, cómo lo manejo, cómo lo llevo, creo que todavía nos falta aprender como sociedad, el estado zen nos duró los primeros quince días, nos falta hacer un poquito de anamnesis y ver lo que nos pasa”.

Además Paula considera que la situación ideal de vuelta a las aulas sería en un contexto seguro para toda la comunidad educativa, docentes, no docentes, estudiantes, comedores escolares, etc. La necesidad de tomarse el tiempo suficiente, radica en garantizar el bienestar común y potenciar la labor y el acompañamiento que ya vienen realizando los docentes desde lo virtual y no descartar continuar con esta modalidad, sostiene.


1 comentario


pespinosa2611
25 jul 2020

Gracias Jorgelina por la invitación y por compartir juntas el mismo interés por la inclusión. Cariños, Paula.

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