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LA RUTA DE LA INACCESIBILIDAD PARTE 2

  • Foto del escritor: Disticia
    Disticia
  • 19 sept 2020
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 21 sept 2020

DAR CÁTEDRA

Foto de un plano de arquitectura, con una marcador negro y una regla sobre él. Sobre la imagen un texto en color verde que dice: access.

En la primera parte del informe que denominamos “La Ruta de la Inaccesibilidad” publicamos los datos obtenidos a través de la encuesta realizada a estudiantes del nivel superior de Rosario, sobre la accesibilidad en las instituciones a las que concurren. El informe fue contundente en cuanto a la percepción que tienen les alumnes sobre la accesibilidad arquitectónica de sus instituciones.


Alrededor del 76% de les estudiantes considera que el edificio en el que cursan no es accesible y más del 92% cree que hacen falta reformas para lograrlo. Llama la atención que les alumnes consideren como lo menos accesible a los espacios en los que más tiempo suelen pasar o más suelen usar, como el aula, el baño y la fotocopiadora.



El ciclo de la inaccesibilidad se presenta de forma imperante cuando los recursos y apoyos necesarios para hacer accesible un espacio no se dan por el prejuicio de que no asisten a él personas con discapacidad. Pero, ¿no están porque no asisten? o ¿no asisten porque no están?, ¿qué pasaría si se cumpliera con las normas, las reglamentaciones y los conceptos de inclusión en los espacios públicos y privados?, ¿las personas con discapacidad podrían acceder y gozar de su derecho a la educación?


Hay al menos cuatro tipos de barreras que inaccesibilizan la sociedad; las barreras edilicias, las culturales, las actitudinales y las que infantilizan a las personas con discapacidad. Todas ellas conviven y a menudo frustran el desarrollo de las personas en situación de discapacidad y el pleno goce de sus derechos.


La rampa suele ser la respuesta políticamente correcta a las demandas del colectivo, siendo ella un apoyo solo para las personas que presentan movilidad reducida. Pero, aunque parezca ridículo, en la mayoría de los casos las rampas están mal hechas y suman así otro obstáculo a la circulación.


Hacer una rampa tiene su ingeniera, no saber acerca de ello, está directamente vinculado a las otras barreras mencionadas. Tiene que ver con lo social y lo actitudinal, porque para saber cómo hacer una rampa adecuadamente hay que tener inferida la idea de que la sociedad es diversa y que cuando planeamos y pensamos una ciudad debemos hacerlo en términos no capacitistas. Pero también tiene que ver con la infantilización, la idea de que las personas con discapacidad dependen de otra sí o sí para ejercer su ciudadanía, porque solos, tal como les niñes, no lo pueden hacer.


Dar cátedra


Pensar la ciudad en términos inclusivos es pensarla desde su planificación y proyección para la inclusión de todes. “Vos podes pasar por una puerta más grande, pero una persona usuaria de silla de ruedas no puede pasar por una puerta de menos de 90 cm de ancho” , dice Juan Alegre, arquitecto y profesor junto a Maria Alejandra Gay, Cesar Altuzarra, Marcelo Bella y Cristian Picerni, de la cátedra electiva “Inclusión Arquitectónica” de la Facultad de Arquitectura de Rosario.


“Lo que planteamos es una opción, una oposición frente a la idea de exclusividad, entendiendo que en estos tiempos, la exclusividad parece ser un bien deseable, algo positivo. Y nosotros plantemos la inclusividad de manera que frente a el para pocos nosotros pensamos en el para todos” Dice Juan al hablar sobre el origen de la cátedra, que ya cuenta con 5 años de dictado.


Si lo arquitectónico es la representación de la inaccesibilidad por definición, porque es en el cual se materializan las barreras para las personas con discapacidad. Pero la accesibilidad no es solo una rampa, ¿de qué manera la arquitectura incluye mas allá de una rampa? La idea de la cátedra es formar profesionales con conocimientos en arquitectura con la conciencia de lo que implica proyectar una ciudad. Al respecto el arquitecto cuenta que: “Desde nuestro trabajo podemos mejorar o dificultar la vida de las personas, de manera que en el diseño podemos tener en cuenta a todas las personas o diseñar como vienen tradicionalmente pensadas las ciudades en base a otro paradigma que tienen que ver, como decimos usualmente, con jóvenes en perfectas condiciones de salud”


La carrera de arquitectura, según Juan, no cuenta con otro tipo de contenido que aborde el tema de la inclusión, a excepción de lo reglamentario y en este sentido es donde la accesibilidad vira y deriva a la rampa. Cuando hay una norma, se cumple por obligación, no por compromiso. El compromiso, sobre todo en lo social, requiere de la concientización, por eso materias como la de Inclusión Arquitectónica, con un marco teórico que aborda historia, conceptos y paradigmas, son tan necesarias.


“La discapacidad no es la identidad de una persona, hay otras cuestiones que esencialmente tiene que ver con su humanidad, que es lo que debe ser reconocido y entonces en vez de una cuestión de prótesis, que siempre aparece en los edificios, se trata de una visión integral del edificio”


El patrimonio histórico es la memoria colectiva de un pueblo. Entonces, definamos pueblo, ¿a qué grupo de personas se pensó cómo pueblo históricamente?, ¿qué condiciones cumplen esas personas? Conservar la memoria es también preservar el futuro y en el futuro también hay personas con discapacidad tal como las hubo en el pasado cuando se erigieron los edificios que hoy son considerados bienes culturales. No se trata de destruir la cultura, ni la memoria ancestral que nos define como pueblo, sino de incluir también en ese concepto a todas las personas que lo integran.


¿Es posible conservar el patrimonio cultural, pero al mismo tiempo reformarlos para hacerlos accesible? Al respecto el profesor y arquitecto, contesta: “La herramienta para solucionar eso, es el proyecto, hay formas de intervenir y de plantear, que van mas allá de la receta. No hay una receta genérica que diga – ah bueno hacemos esto, paso uno, paso dos, paso tres- no, no, no, hay que estudiar cada situación estando parado donde uno está, que es desde el lugar de la accesibilidad”.


A pesar de que hay actualmente un debate mas abierto sobre la accesibilidad, no específicamente referida a la discapacidad, pero sí sobre la igualdad de todes a acceder a ciertos derechos que por distintos motivos están siendo vulnerados, las leyes, normas y posturas que rigen el concepto de patrimonio histórico parecen incuestionables. “no se trata de tirar todo abajo y empezar de nuevo. Tampoco de la intangibilidad de que las cosas tienen que ser absolutamente inmutables. Creo que la actitud debe ser de dialogo y de buscar en los proyectos que existen las líneas de diseño, las cualidades que tienen para que se puedan adaptar al derecho de las personas con discapacidad. Para que todos puedan acceder a esos edificios. No será quizá una alternativa fácil pero si me parece importante, me parece que es una discusión donde no debería haber una postura extrema, hay que reconocer los derechos y ejercerlos” sostiene Juan.


Resulta inverosímil, a esta altura, pensar que la carrera de arquitectura no contemple en su plan de estudio el tema de la inclusión y que anualmente tenga más de un centenar de egresados, de los cuales solo algunos habrán elegido la cátedra “Inclusión Arquitectónica” y estarán preparados para proyectar una ciudad accesible e igualitaria.


Lejos de las categorías, las especializaciones que estigmatizan las problemáticas hacia nichos insuperables, sobre la electiva, el arquitecto y profesor de la cátedra, sostiene: “Tenemos la esperanza de que nuestra materia tenga fecha de vencimiento que evolucionemos lo suficiente como para que no sea necesario tener una materia específica de este tema sino que ya esté incorporado en el desarrollo natural de todas las cátedras”.


Por Jor Gauna






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