LA RUTA DE LA INACCESIBILIDAD. PARTE 3
- Disticia
- 1 oct 2020
- 6 Min. de lectura

POR JOR GAUNA
PONER UNA RAMPA, FORMAR DOCENTES, DIGITALIZAR LIBROS
“La accesibilidad es un acto político y un acto democrático porque de alguna manera dota de ciudadanía a las personas con discapacidad. La accesibilidad no es solo la arquitectónica, lo que te puede facilitar una ciudad bien equipada, sino la accesibilidad tiene que ver también cómo nos pensamos juntos”.
Mariela Degano Lic. en Educación para la Salud, de la ciudad de Rosario
De estudiantes, instituciones y discriminaciones
Los comentarios que surgieron sobre las publicaciones anunciadas por la UNR acerca de la inversión recibida para las reformas edilicias, dieron cuenta de cuán educades estamos les rosarines a la hora de pensar sobre inclusión. Mandar a una persona con discapacidad a entrar por la puerta de atrás de una institución porque, en la entrada, una rampa afecta el patrimonio histórico y cultural de la fachada, es de mala educación.
La pandemia virtualizó por completo la enseñanza de un día para el otro y tanto docentes como alumnes debieron adquirir herramientas básicas sobre el manejo de la tecnología, sin previo aviso. Estudiar desde casa y en confinamiento pudo haber sido complicado para la mayoría; les que prefieren la presencialidad, el aula, el cara a cara con el docente. Pero para algunes esto no representó un problema, quizá, sí, un alivio.
La institución educativa y todo lo que la compone, nunca en la historia, ha sido de las mejores aliadas para el colectivo de personas con discapacidad. Son más las malas experiencias que atraviesan la biografía escolar de estas personas, que las buenas. Muches estudiantes fueron maltratades y discriminades por docentes, que en sus prácticas, tuvieron actitudes capacitistas, excluyentes y poco empáticas.
Al inicio del ciclo 2020, un grupo de alumnes de la carrera de bibliotecología de ISET 18 creó un Instagram para denunciar el reiterado maltrato de un docente hacía les estudiantes. El perfil invita a sus seguidores a compartir, de manera anónima, las malas experiencias que tuvieron al respecto. Entre ellos se puede leer: “Una compañera sentada en primera fila le pidió muy amablemente al profesor si podía dar la clase frente al salón (porque camina mucho), ella es sorda y lee los labios, a lo que este troglodita le contestó - no, no voy a dar la clase parado en un solo lugar, no es mi problema que vos seas sorda, para eso el ISET te brida traductores- (siempre gritando, maltratando)”.
Guada Bargiela, contó en una entrevista a Disticia, el Bullying que sufrió durante su escolaridad. Pasó 6 años en una escuela donde sufrió la negligencia de las autoridades para manejar las situaciones de violencia que experimentaba. En una de las escenas que recuerda y nos relata dice: “Me llenaron la computadora de mayonesa, yo escribía con computadora, con un lector de pantalla, porque me manejo con eso, con Braille también, pero también con lectores de pantalla, pedí ayuda, le pedí a la preceptora si me daba una mano para ver quiénes eran y en vez de ir a sancionar me dijo – bueno ahora te lo limpio-. En realidad, a mí no me importaba que la computadora esté sucia, sino que me importaba saber quién fue para poder hablar con ellos”.
No es difícil imaginar cuánto alivio genera, que de pronto, en lo inmediato, se puedan evitar este tipo de situaciones, no solo provocadas por la falta de educación, sino también, la violencia simbólica que se ejerce por la ausencia de accesibilidad, sea física, comunicacional, social, etc. Las barreras ahora se presentan de forma muy diferente a como se presentaban en la presencialidad y han tomado su forma virtual. ¿Cómo se logra una educación virtual accesible? ¿Es posible tener en cuenta la accesibilidad en la virtualidad?
A tener en cuenta la diversidad
En principio y solo a modo de introducción a la educación inclusiva, les docentes y quienes administran los campus virtuales de las instituciones deberían tener en cuenta: la utilización de imágenes con visualizaciones claras, con contraste de colores, incluir texto alternativo o descripción a las imágenes, subtítulos a los videos y textos transcriptos que los acompañen, documento de texto (PDF) escritos, no scaneados y otra numerosa lista de medidas que garanticen la permanencia de les alumnes con discapacidad en el nivel.
Al respecto la UNR lanzó, el mes pasado, el “Programa Acompañamiento en Tecnologías de la Información y Comunicación para Estudiantes con Discapacidad”. El mismo, enmarcado en el programa “Nexos Accesibles”, tiene el objetivo de recepcionar consultas, dificultades y reclamos que puedan comunicar les estudiantes con discapacidad, gestionar posibles soluciones, profundizar las relaciones con las diferentes unidades académicas de la UNR, contribuir a garantizar el derecho a la educación de todas las personas, y dictar talleres educativos que promuevan la accesibilidad.
En informes anteriores (La Ruta de la Inaccesibilidad parte 1 y 2) hablamos sobre la accesibilidad edilicia, pero también hemos dejado en claro que no solo se trata de las barreras físicas y que el problema de la inclusión en la educación no se soluciona con parches arquitectónicos ni mucho menos una rampa en la puerta. Facilitar el ingreso de estudiantes con discapacidad es una buena medida, garantizar su permanencia durante toda la formación es una política institucional (O debería serlo).
Así como la rampa suele ser la muletilla de quienes se pretenden inclusives, la discapacidad motriz es el motor que parece motivarlos. Pero una vez accesibilizada la entrada a la institución; ¿qué sucede a puertas cerradas?, ¿qué pasa con las clases, les docentes y les compañeres?, ¿qué pasa con los programas de las materias, las planificaciones de las clases y los recursos que se utilizan? Todos, pensados desde una perspectiva profundamente capacitista.
La discapacidad no es solo motriz
Franca Sticconi es bibliotecóloga egresada del Instituto “20 de junio” ISET 18 y durante el 2019 realizó el “Ciclo de Complementación de Licenciatura en Bibliotecología y Documentación” en la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario. Durante el cursado de bibliotecología Franca tenía la visión disminuida, cuenta que pudo completar su carrera tomando apuntes de las clases y con el apoyo de sus compañeres mediante consultas, ya que no llegaba a leer lo escrito en el pizarrón.
En el 2019 y ya cursando en Humanidades tuvo un problema por el cual disminuyó aun más su visión, lo que le impidió seguir leyendo con lupa como lo había hecho hasta entonces. Pero la mayor barrera que encontró en esta nueva experiencia, es el acceso al material de estudio, ya que el material que predomina es la fotocopia y la bibliografía no estaba digitalizada para que ella pudiera utilizar el lector de pantalla.
“Me encontré con que tenía que estudiar para rendir y no tenía acceso al material de estudio, no había manera, porque con lo que me daban en la facultad era imposible, con la lupa ya no podía y sí o sí tenia que leerlo en audio y estaba en papel” dice Franca cuando cuenta de qué manera peligró su posibilidad de continuar con el estudio.
El apoyo llegó de su familia antes que, de la institución, la mamá y el papá de Franca se ocupaban de leerle los apuntes mientras ella los pasaba a la computadora para luego poder estudiar con el lector. El segundo apoyo vino de MUCAR (Movimiento de Unidad de Ciegos y Ambliopes de Rosario), “La ONG en la que yo participaba, me escanearon y después me convirtieron el material, que encima eran fotocopias de malísima calidad, que estaban en mal estado, subrayadas, no se veía nada de por sí o sea que fue un trabajo tremendo” relata.
Les compañeres y amigas también acompañaron el proceso. La particularidad de Franca fue que la pérdida de su visión fue muy abrupta y le tocó atravesar una rehabilitación, aprender a utilizar los dispositivos de apoyo y estudiar en un mismo momento, por lo cual, según su relato, no manifestó a la institución la necesidad de mayor accesibilidad y resolvió las barreras de manera particular. Pero sí reconoce que sus docentes han sido comprensives y le dieron posibilidades mas accesibles a la hora de rendir y entregar trabajos prácticos.
También cuenta que tanto en la universidad como en la Biblioteca Argentina existe un servicio donde digitalizan y accesibilizan el material de estudio, pero el inconveniente que presenta es la demora, que por lo general es de un mes y si se realiza un cursado de materias no anuales, la extensión del tiempo obstaculiza el mismo. “Para mi era imposible recurrir a ese servicio porque cuando me entregaban el material, ya había rendido la materia. Así que en ese sentido no podía recurrir a eso, me tenía que arreglar por mi cuenta” sostiene.
“Depender de mis padres, mi familia, mis amigos… fue el triple de trabajo, de tiempo y de esfuerzo. Esto influye en el rendimiento académico porque todo lleva más tiempo, imagínate que mientras me leían, yo iba resumiendo en la computadora y después lo leía” relata Franca. Además, cuenta que su tesina la hizo sobre un proyecto en el que participa MUCAR junto a la Facultad de Psicología de la UNR, que consiste en la creación de un repositorio de objetos digitales educativos accesibles. La bibliotecóloga dice que: “Es una especie de biblioteca digital, donde está reunido todo el material de estudio de todas las carreras de la UNR, para personas con discapacidad visual que pueden ingresar con usuario y contraseña” y agrega: “Realmente es necesario que la universidad te provea el material accesible. Así debería ser y no que uno deba encontrar la manera de acceder al material, de adaptarse uno. En realidad, tendría que estar todo elaborado de por sí de manera accesible”
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