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LO EXTRAORDINARIO DE LLAMAR A LAS COSAS POR SU NOMBRE

CRIP CAMP Y LA POSIBILIDAD DE AMPLIAR EL DEBATE SEMÁNTICO

Captura de pantalla de la presentación del documental "Crip Camp" de Netflix. A la derecha foto de una parte del documental, una chica riendo. A la Izquierda el título del documental en castellano "Campamento Extraordinario".
Captura de pantalla de la presentación del documental "Crip Camp" de Netflix. A la derecha foto de una parte del documental, una chica riendo. A la Izquierda el título del documental en castellano "Campamento Extraordinario".

Un Estreno Muy Esperado

El pasado miércoles 25 de marzo se estrenó en la plataforma de Netflix el documental dirigido por James Lebrecht y Nicole Newnham “Crip Camp”. El mismo narra la historia de la lucha por los derechos civiles de las personas con condición de discapacidad en Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XX.

Muchas cosas se pueden decir al respecto, muchas ya las hemos leído, muchas más se leerán. Todas son positivas dado que el documental muestra una pieza del relato de la conquista de los derechos humanos que aun está poco contada, enseñada y debatida.

Mas allá de las excelentes valoraciones que tiene el documental, lo interesante es que además de contar una historia no muy divulgada, abre las puertas a un montón de debates acerca de los estigmas que hay alrededor de la discapacidad, desde lo social, lo cultural, lo clínico y lo familiar. Estigmas en torno a los diferentes tipos de discapacidad, la dependencia del cuidado, los vínculos y la sexualidad, entre otros. Pero me gustaría quedarme específicamente con un eje y dejar los demás librados al análisis de los espectadores.


El Problema

El documental se llama “Crip Camp” su traducción podría ser, como políticamente correcta, “Campamento de discapacitados”, pero en realidad es “Campamento de Tullidos” y esto es algo de lo que me enteré un día después de su estreno al participar de una reunión virtual realizada por un grupo de PCD (personas con condición de discapacidad) en el cuál compartieron opiniones acerca de la película, integrantes del colectivo Orgullo Disca.

Pues bien, lo verdaderamente contradictorio y que abre la posibilidad de poner en discusión el tema que desarrollaré es el título con el cual Netflix, en su versión latinoamericana nos presenta la película; “Campamento Extraordinario”. ¿No resulta hilarante? A no ser que a quién hizo la traducción se le haya ocurrido reemplazar “tullido” por “extraordinario” en su sentido más estricto. Como si fuera un campamento de personas que están fuera de lo ordinario, de la norma… pero bueno, dejemos suposiciones de lado y vayamos al eje de la discusión.

Discapacitado, minusválido, persona con capacidades diferentes, inválido, incapacitado, diversos funcionales y diversxs funcionales, son algunos de los términos y conceptos que merodean el debate del colectivo. La puesta en discusión de encontrar un criterio en común o abrir el desafío hacía el ideal en que cada uno pueda definirse según su autopercepción y a conciencia, no es menor.

Historicamente y en general, la discapacidad ha sido definida, tratada y debatida por personas que no padecían ninguna discapacidad, vaya contradicción! Médicos, especialistas, teóricos y distintos profesionales se han dedicado a categorizar y nombrar a las PCD, imponiendo y suprimiendo definiciones sin la participación de la voz propia.

La denuncia sobre la categorización deliberada de la discapacidad y el tema de relevancia; la autonomía, no es nuevo. Surge en la década del 60 con un grupo de personas en Estados Unidos que llevaba como estandarte la frase “Nada de nosotros sin nosotros”. Por eso es tan relevante hablar sobre el título del documental, ya que en su mismo argumento recoge el reclamo por un espacio en donde se pueda ser, expresar y hacer sin el límite de la asistencia de otro.

De lo anterior la necesidad de llamar a las cosas por su nombre ¿por qué es importante respetar la traducción del documental? ¿Es lo mismo decir Campamento extraordinario que Campamento de Tullidos? ¿Por qué en la reunión virtual que se realizó luego sobre la película, fue tan recurrente hablar de términos, ofensas, sarcasmos y derechos?


La Palabra de Lxs Que Saben

“Aquí hay controversia con el nombre” comenta Xavi Dua, español, activista por los derechos de las personas con diversidad funcional. “¿por qué tullidos, por qué inválidos!? me dicen y les he tenido que explicar un poco el concepto”.

“Me pasa con “Diversos funcionales” dice Natalia, argentina (organizadora del evento y creadora de recapacitando.com). Y agrega: “es muy romántico, todo muy lindo, pero a mí me gusta más enojarme, decir: - esto está fallando. Si tenes que decirme lisiada, renga, decímelo, pero sácame las escaleras, poneme una comunicación accesible para que estemos todxs”

Por su parte Mary Fer, mexicana, comunicadora, conocida como Mafer Mont en las redes sociales, cuenta que ha tenido un inconveniente con una instagrammer por emplear el sarcasmo “tullida feminista” y se ligó por ello un escrache en Twitter.

La cosa está en el aire, el debate se está dando en círculos muy pequeños y viene en descendencia de sociedades más desarrolladas, por eso es que en muchos países aún no se capta el sentido de reapropiarse de términos que teóricamente han sido rechazados por su connotación negativa como lisiadx, rengx, tullidx e incluso discapacitadx a secas sin anteponer “persona”.

“Al uso de términos capacitistas con sarcasmo o humor negro lo utilizo como estrategia de concientización o polémica para saber quién está en mood o no. Es decir, pienso que hay un proceso que se pasa, como en todo duelo, de reconocimiento de la condición de discapacidad, pero en el cual descubres que eso no te define” Menciona Mary Fer al dar sus argumentos.

Xavi cuenta que en países anglosajones están adelantados y nada causa que haya colectivos que se identifiquen con la denominación “tullidos” y que eso tiene un paralelo con lo que ha pasado con la palabra Queer de la comunidad LGBTI. El concepto Queer fue reapropiado en los años 80 por el colectivo luego de que se utilizara como un insulto para las personas que no cumplían los modelos sexistas imperantes, Queer se correspondió con los adjetivos: “raritos” “maricon” o “desviado”.

Franco, argentino, integrante de MoVida, considera que el concepto de Diversidad Funcional en nuestro país está incompleto porque faltan las estructuras para poder entenderlo. Dice que utilizarlo en este momento es una trampa y en este punto coincide con Natalia, porque no está de acuerdo en que se impongan conceptos amables para denominar realidades que necesitan incomodar para visibilizarse.

“Por otro lado tienen un impacto tremendo, cada vez que digo – yo estoy rengo, yo nací así- es un tajo que la cara se le parte a la mitad ¿entendes?, no se sabe cómo responder. Creo que la única forma que se puede llegar a mover algo es desde la incomodidad” Agrega.

Xavi desde España mantiene que: “Se trata de empezar de una vez a ver a las personas con discapacidad desde los derechos y deberes humanos y no desde el asistencialismo, ni desde la caridad cristiana como si nos estuviesen haciendo un favor, pues nos vemos limitados a causa de las barreras arquitectónicas, sociales, laborales, educativas y mentales”.

Xavi enuncia algo que ya hemos escuchado y aprendido de otras luchas: “Ya es hora de salir del caparazón y mostrarnos como ciudadanos con derechos. Hacemos muchas cosas cuando nos dan oportunidad. Sin oportunidades estamos excluidos” dice.


La Salida

Acostumbradxs a la norma, la diversidad parece tener una única alternativa para apropiarse de los espacios que se les han negado históricamente y que han hecho perpetuar a distintos colectivos a los armarios de lo “anormal”. Incomodar es la acción, hacerlo desde las herramientas que desecharon “los normales” por parecer demasiado, aquello que no diríamos y que no haríamos. Como los protagonistas de Crip Camp en 1990 subiendo las escaleras del Capitolio, arrastrándose sin sus sillas de ruedas, sin sus muletas y sin sus asistentes, para llamar la atención de los dirigentes y lograr la sanción de la ley ADA (Americans with Disabilities Act).

El closet de la discapacidad se ha abierto, el colectivo se está organizando con autonomía, y el debate por las definiciones que identifica a cada uno es atravesado por el peso del lenguaje, la carga de las palabras. Serán utilizadas por algunxs como un misil hacía el exterior normativo. Por eso, sin amabilidad, sin romanticismos y sin rodeos, se escribe "Crip Camp" y se dice “Campamento de Tullidos”.




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