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¿#9M MARCHA SOBRE RUEDAS O MARCHAR SOBRE RUEDAS?

  • Foto del escritor: Disticia
    Disticia
  • 10 mar 2020
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 15 mar 2020


Foto:escenario en el Monumento Nacional a la Bandera, una pantalla gigante con una mujer que traduce  en lengua de señas el acto por el 9 M.
Foto:escenario en el Monumento Nacional a la Bandera, una pantalla gigante con una mujer que traduce en lengua de señas el acto por el 9 M.

En Rosario, una vez mas la marcha del 8M convocó a mas de 50000 mujeres en el Monumento Nacional a la Bandera. Los reclamos son extensos y diversos, el eje; siempre es la violencia.

El paro internacional y plurinacional de mujeres, lesbianas, travestis, trans e identidades no binarias, como su nombre lo indica pretende agrupar los reclamos y la defensa de todas las mujeres. Pero desde hace algunos años que trabajo y entrevisto a mujeres con condición de discapacidad y especialmente desde el 34 ENM realizado en nuestras ciudad, escucho el mismo reclamo; el feminismo en nuestra ciudad, no abre, no da lugar y no incluye a las compañeras con diversidad funcional/ discapacidad en sus planes.

Y es difícil hablar de esto en un contexto donde decimos que la deuda es con nosotras y no con el FMI, porque ya perdimos 70 mujeres en lo que va del año por femicidios. Pero sin confundir prioridades, el feminismo está para abrazar y expresar las necesidades de todas y el periodismo con perspectiva de género existe, entre otras cosas, para visibilizar lo que no es agenda, así que ahí vamos!

Este año decidí marchar con las mujeres con condición de discapacidad y transitar ese camino para percibir desde adentro cuál es el lugar de ellas en el interior del movimiento feminista, qué nivel de organización tienen, con qué grado de accesibilidad cuentan y qué limites encuentran.


LUZ

Foto:Maria Luz en silla de ruedas con el celular entre sus manos y un pañuelo violeta.
Foto: Maria Luz en silla de ruedas con su celular en manos y un pañuelo violeta.

María Luz Auci (27) tiene Mielomelingocele, por lo cual no siente sus pies, no puede caminar y utiliza silla de ruedas para movilizarse. Luz como le dicen todxs, es de la zona oeste de Rosario y la conocí hace algunos meses a través de una noticia en la que pedía ayuda para conseguir una silla de ruedas nueva ya que la suya se había dañado.

Pacté con ella el encuentro de hoy sin la certeza de poder realizarlo, ya que el calor, el traslado y la accesibilidad suelen ser factores decisivos para que las personas con movilidad reducida puedan trasladarse hacía algún lugar durante muchas horas.

Al llegar a la plaza, Luz estaba con un grupo de amigas pero me contó que estaba sola. Fue a la marcha sola porque ella se maneja así, porque la criaron así y porque sabía que allí seguro se encontraría con sus amigas. Como todas las veces no había sido fácil llegar al lugar para ella, no por la distancia, sino porque de todas las líneas de colectivo que pasan por su casa una sola es “amigable”, es decir, una sola línea tiene choferes que la ayudan a subir al colectivo.

Luz es radiante, simpática, decidida y de carácter fuerte, me dejó bien en claro que el hecho de que los colectiveros o la gente que la maltrata por pedir ayuda donde no hay accesibilidad, ya no la daña como antes, como cuando se quedaba encerrada en su casa llorando, pero aclaró que: “no toquen a uno de los míos porque ahí sí me pongo furiosa”.

Hablamos con Luz del significado que tiene participar de la marcha; “Vengo porque yo soy una persona que sufrí y sufro mucha violencia psicológica y eso hace que venga a representar también, a todos aquellos que se quedan encerrados en su casa, en su pieza llorando, pensando que es una persona que no vale” y agrega: “porque la misma sociedad te lo impone y eso también se refleja en el feminismo, te imponen que no podes participar”.

Si las mujeres padecemos a diario distintos tipos de violencias, si padecemos discriminación y pasamos por abusos de poder, de autoridad, económicos, sexuales, etc. La población femenina con condición de discapacidad se encuentra doblemente vulnerada en este sentido, porque históricamente se las ha subestimado, acallado y expuesto así a mayor vulneración. Basta para esto revisar los casos de abuso sexual, abortos negados y ligadura de trompas practicadas sin consentimiento alguno.

Al respecto Luz añade que las personas con discapacidad, no deben esperar a que se les haga un espacio en las manifestaciones, sino que lo más importante es “hacerse” su lugar, para que todos vean que las mujeres con diversidad funcional tienen las mismas necesidades y reclamos que el resto. “Yo soy una persona a la que muchas veces no le dieron lugar, pero yo me encargué sola y gracias a cómo me criaron se hacerme el lugar que muchas veces me rechazaron o en donde no me dieron la bienvenida”.

El calor agobiaba y se hacía notar en nuestros entrecejos cuando recibí el mensaje de Natalia en el que me avisaba que ya había llegado, quería llegar a entrevistarla antes de que saliera la marcha, le pedí a Luz que cerrara la nota con un mensaje a la sociedad. Lo poco que había dicho dejaba entre líneas mucho; siglos de encierro y censura para las voces de estas mujeres.

“Imaginate que muchas personas de la diversidad tienen su closet, su armarío. Nosotrxs también lo tenemos y hay que salir” menciona. Luz no sólo no se siente incluida, sino también rechazada de muchos lugares, incluso del movimiento feminista. Para terminar dice que los reclamos a la sociedad como parte del colectivo de diversxs funcionales son muchos y que podría quedarse toda la noche hablando de eso pero que: “Lo más importante es que vean que existimos y que valemos, que nos hagan sentir que verdaderamente todos somos parte”.


Natalia

Despedí a Luz con la promesa de volver a verla para seguir charlando y acudí rápidamente al encuentro de Natalia que, según sus indicaciones me llevaba ya, dos cuadras de ventaja. Traté de ir por el camino directo pero la concurrencia de gente a la concentración no daba ni un centímetro de espacio para transitar. Las filas de humanxs que se hacían para pasar eran muy estrechas y en ellas además pujaban por pasar bicicletas, cochecitos y madres con niñxs. Yo comenzaba a pensar y tratar de sentir, cómo pasaría una silla de ruedas por una concentración semejante.

Luz tiene una discapacidad y es lesbiana. Creo que nadie con la educación heteronormada y capacitista en la que crecemos, planea una educación diferente acorde a semejante contexto de diversidad para sus hijxs . Si en esta sociedad ser mujer es difícil, ser mujer con discapacidad es un poco más y ser mujer lesbiana, con discapacidad y exigir derechos es impensable, ¡encima yo quería que hubiese un corredor en la marcha para la silla de ruedas!

No pude pasar por entre medio de la masa de gente, pegué la vuelta manzana, la marcha había comenzado a avanzar y temía perder los registros de mi próxima entrevistada en la manifestación. La alta temperatura apesadumbraba el trabajo y yo sentía que las columnas de la marcha se me escapaban como arena entre las manos.

Otra vez esa sensación. A Natalia Pelillo (36) la conozco desde algún tiempo más que a Luz, tiene movilidad reducida porque padece Miopatia congénita central core, pero puede caminar, aunque en situaciones como esta usa la silla de rueda para movilizarse mejor. Las columnas avanzaban fluidamente a paso acelerado y yo no me explicaba cómo una silla de ruedas podía seguir ese paso.

Foto: Marcha del 9M. Natalia en silla de ruedas alzando su puño derecho, Mariela detrás, sosteniendo la silla de ruedas. Un paso mas adelante Marina con un pañuelo verde colgando en su remera, su bastón y un pañuelo naranja atado en él.
Foto: Marcha del 9M. Natalia en silla de ruedas alzando su puño derecho, Mariela detrás, sosteniendo la silla de ruedas. Un paso mas adelante Marina con un pañuelo verde colgando en su remera, su bastón y un pañuelo naranja atado en él.

Después de algunas cuadras de marcha logro divisar a Natalia, iba junto a un frente político que marchaba más calmo, más espaciado y que hacía descansos cada tramos más breves. Algo en esa dinámica hablaba de empatía. Sin embargo, no del todo. Natalia marchaba en la silla de ruedas empujada por Mariela Degano, una conocida profesional de la discapacidad. A su lado iba Marina, no vidente, tomada del hombro de una compañera del frente, que se perdieron cuando el bloque comenzó a estallar bengalas y teñir todo de en humo verde entorpeciendo el paso.

Saludé a Natalia y Mariela con un abrazo. No las interrogué, solo las acompañé marchando. Nada en las calles era nuevo para mi trabajo sobre discapacidad. Veredas rotas, autos obstruyendo rampas, baches en las calles. Notaba a Natalia contenta, pero por momentos inquieta, como si la preocupara el esfuerzo de Mariela por empujarla en semejante ripio de inaccesibilidad.

Llegamos a la Catedral de Rosario y comenzamos a debatir por dónde sería mejor ingresar al monumento, a esa altura yo ya me había olvidado de mi trabajo y comencé a formar parte del equipo de logísticas de Natalia. Pensamos que por el Pasaje del Juramento sería una buena opción para la silla de ruedas, pero no pudimos porque la catedral estaba vallada y protegida por policías.

Hicimos el mismo recorrido que el resto de la marcha hasta llegar a la parte de atrás del monumento, subimos un cordón (en dos cuadras no hay rampas para acceder a la vereda del Monumento), subimos tres escalones, porque la rampa que lleva a la Llama Votiva estaba ocupada por gente que, a diferencia de Natalia, podía subir escaleras.

Sostuvimos la silla de ruedas entre cuatro y subimos esos cuatro o cinco escalones para entrar al espacio donde se encuentra la Llama Votiva, nos quedamos ahí arriba observando el escenario y pensamos que estar un poco más abajo y cerca sería mejor. Tomamos la silla de ruedas de nuevo, esta vez entre Mariela y yo y, bajamos unos ocho escalones, al grito de: “Mujeres hagan lugar”, hasta llegar al primer descanso.

Foto: De derecha a izquierda; Marina, Natalia y Mariela sonriendo, sentadas en las escalinatas del Monumento Nacional a la Bandera durante el acto del 9M.
Foto: De derecha a izquierda; Marina, Natalia y Mariela sonriendo, sentadas en las escalinatas del Monumento Nacional a la Bandera durante el acto del 9M.

Las que acompañábamos a Natalia nos sentamos y tomamos agua para recuperarnos, a mi me dolían las piernas de los nervios que sentí al alzar a Nati en las sillas de ruedas, la miré, ella sonreía y arengaba las canciones del colectivo, estaba feliz, era la primera vez que participaba en la marcha por el día de la mujer.

El sol fue cayendo, un viento sorpresivo para nosotras empezó a bajar la temperatura y Natalia sintió que debía volver a su casa, yo quise acompañarla hasta el auto para hablar un poco mas con ella.

Es la primera vez que participa de la marcha del 8M pero no la primera marcha a la que asiste. Natalia tiene experiencia en los movimientos sociales porque participa activamente del gremio al que pertenece. Cuenta que allí las cosas son más fáciles porque sus compañerxs ya saben cómo se maneja y se puede prever todo con mayor anticipación.

“Lo ideal sería que marchemos en bloque” dice refiriéndose a las personas con diversidad funcional/discapacidad, “pero no pasa, porque muchos quieren marchar con el frente al que pertenecen” agrega, “Pasa que si no se hace en bloque no podemos visibilizarnos” sostiene.

Según Natalia, este año no participó de la asamblea que organizó la marcha (en la que definieron acortar la marcha para incluir a lxs diversxs funcionales) pero de otras experiencias similares cuenta que es muy difícil ponerse de acuerdo en cómo manejarse con las personas con discapacidad por muchos factores. Las probabilidades por temas de salud y movilidad, de que lxs diversxs funcionales asistan a una marcha son escasas y, las malas experiencias de participaciones anteriores en las que no se les dio espacio físico ni simbólico para participar han hecho abandonar la participación de muchxs.

El trayecto hacia al auto fue más de lo mismo, veredas rotas y estrechas, personas que no hacen lugar porque no miran más que sus pasos. Acomodar la silla de ruedas en el baúl fue otro desafío para dos mujeres sin aparente discapacidad, como Mariela y yo, que no están acostumbradas a manejar una silla de ruedas.

Nos despedimos. A Natalia no la entrevisté mucho, quizá porque la veía cansada. Pero ella me llevó por su camino, el mismo del que me había hablado Luz un rato antes; me llevó a hacerse lugar, entre tantos pasos que reclaman por muchas pero que aun así todavía tiene mucho que incluir.

Lo cierto es que la lucha de las mujeres esta haciendo lugar en cada ámbito donde haga falta desde hace siglos. Repensar los conceptos de diversidad, inclusión y pluralidad es una tarea pendiente que a raíz de la presencia cada vez mayor y persistente de las diversas funcionales no se puede seguir postergando. La participación del colectivo ya está sentando precedentes en la capital de nuestro país, donde se mostró con fuertes intervenciones y presencia durante el acto frente al Congreso de La Nación.

Fui a la marcha con la ilusión de encontrar una agrupación de personas con diversidad funcional/discapacidad y hacer una noticia, porque me enseñaron en la carrera de periodismo que en este ámbito hay que contar una novedad.

No encontré una bandera que diga “Agrupación o colectivo de … (coloque aquí la definición que usted quiera menos “persona con capacidades diferentes”)". Pero encontré que hay lucha, hay mucho esfuerzo y hay presencia individual que por ahora es aislada. También descubrí lo que es marchar sobre ruedas en una marcha que no marcha sobre ruedas. Por eso esto no es noticia sino crónica.

 
 
 

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